Se ha hablado mucho sobre la influencia de las películas de Disney en el aprendizaje y posibles conductas de los niños. Sobre todo, la que ejercen las famosas “Princesas Disney” sobre las niñas. Evidentemente, todo lo que vemos y aprendemos repercute en nuestra forma de ver y actuar en el mundo, pero de ahí a acusar a esta productora de ejercer una clara influencia perjudicial, hay un trecho.
En numerosas ocasiones se ha intentado censurar a esta compañía alegando que sus películas ejercen efectos negativos en los espectadores infantiles por contener mensajes subliminales de distintos tipos, por transmitir conductas mal vistas socialmente (como el racismo), y por representar situaciones contrarias a la realidad (escenas exageradas o mal contextualizadas). Entonces, yo me pregunto ¿cómo es posible que tantas generaciones, como la mía propia, hayamos sobrevivido sin problemas a este supuesto monstruo llamado Disney? Incluso que hayamos disfrutado (o como en mi caso, sigamos disfrutando, a pesar de los años) de cada una de sus películas una y otra vez, ¿o es que realmente no hemos sobrevivido a ello y no lo sabemos?
En mi opinión, nos complicamos demasiado: los niños ven las cosas de una forma mucho más natural y simple, sin maldad; el problema es que los adultos lo vemos desde nuestra retorcida perspectiva, y por eso encontramos en ellas objeciones y prejuicios. Seguramente, la evolución de nuestra sociedad con el paso del tiempo también tiene algo que ver, y es imposible que una película de los 70 se valorase igual ahora que entonces. Desde luego, es verdad que las princesas que aparecen en estas películas son siempre muy guapas, delgadas y sumamente atractivas, pero esto no significa que Disney plante la semilla de la anorexia entre sus jóvenes espectadoras, o que éstas asuman que deben mostrarse sumisas ante los hombres o utilizar su cuerpo como una herramienta de seducción para conseguir lo que quieren.
Tengo que decir a favor de Disney, que al menos yo, cuando veo “La Cenicienta” veo a una chica que debe trabajar muy duro para conseguir lo que quiere, a pesar de las personas que la rodean no se lo ponen fácil. Cuando veo “La Sirenita” pienso en la gran capacidad para innovar y vivir experiencias emocionantes que caracteriza a Ariel. Cuando veo “La Bella y La Bestia” veo a una mujer que se sacrificó por una persona a la que quería, y al final la vida la recompensó. Cuando veo “Aladdin” reconozco en Jasmine a una joven que quiere disfrutar de la libertad y vivir nuevas aventuras. Cuando veo “Pocahontas” me replanteo la importancia de creer en las personas y en la fuerza de la naturaleza. Y cuando veo “Mulán” admiro la valentía de una chica que estuvo dispuesta a asumir una gran responsabilidad más allá de sus obligaciones por el bien de su familia.
Veo en ellas películas entretenidas, de mucha calidad artística y que ofrecen grandes historias con grandes moralejas, si se saben apreciar.
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