- ¿Dices que no hace tanto frío Ayla? – preguntó
La pregunta tardó un momento en abrirse paso por entre el laberinto de pensamientos apremiantes que la preocupaban.
- ¿Qué? Ah, sí…. Creo que sí. No se trata de que haga más calor, sino que no parece hacer tanto frío.
- Ya me estaba yo preguntando cuándo quebraría Ella la espalda al invierno – dijo Mamut –. Me parecía que el momento debía estar próximo.
- ¿Quebrar la espalda? No comprendo.
- Es sólo un dicho, Ayla. Siéntate y te contaré un cuento sobre la Gran Madre Tierra, la que creó todo lo viviente – dijo el anciano, sonriendo.
Ayla se sentó junto a él, en una esterilla tendida cerca del fuego.
- La Madre Tierra, en una gran batalla, arrancó una fuerza vital al Caos, que es un vacío inmóvil y helado, como la muerte; partiendo de él, creó la vida y el calor. Pero siempre debe luchar por la vida que creó. Cuando está llegando la estación fría, sabemos que se ha iniciado la batalla entre la Madre Tierra, que quiere dar cálida vida, y la fría muerte del Caos. Pero antes Ella debe atender a Sus hijos.
Ayla empezaba a interesarse por el relato y sonrío alentadoramente.
- ¿Qué hace por ellos?
- A algunos les pone a dormir; a otros les viste abrigadamente para que resistan el frío; a otros les encomienda juntar comida y cueros. Según el tiempo se va haciendo cada vez más frío, tenemos la impresión de que la muerte está ganando y la Madre se ve arrinconada más y más. En lo peor de la estación fría, cuando la Madre está librando un combate de vida o muerte, nada se mueve, nada cambia, todo parece muerto. En nuestro caso, sin un albergue donde vivir y comida acumulada, el invierno ganaría la muerte; a veces, si la batalla dura más que de costumbre, eso es lo que ocurre. En esta estación nadie sale. Se hacen cosas, se cuentan leyendas o se conversa, pero la gente trata de no salir y duerme más. Por eso se llama al invierno la pequeña muerte.
> Por fin, cuando el frío ha hecho retroceder a la Madre todo lo posible, Ella ofrece resistencia. Puja y puja hasta que quiebra la espalda al invierno. Eso significa que la primavera volverá. Pero aún no es primavera. La lucha ha sido larga, y Ella necesita descansar para que renazca la vida. De cualquier modo, uno sabe que ha ganado. Se huele, se siente en el aire.
- ¡Eso fue! ¡Lo sentí, Mamut! ¡Por eso quise llevarme a los caballos para que corrieran! ¡La Madre quebró la espalda al invierno! – exclamó Ayla, pues la leyenda parecía explicar exactamente lo que ella sentía.
- Creo que es hora de celebrarlo. ¿No te parece?
Este fragmento del libro Los cazadores de mamuts, de Jean M. Auel, es un pequeño homenaje a la primavera, que entra esta noche.